Conoce la ley de eutanasia
La Ley Orgánica de Regulación de la Eutanasia (LORE) ya está en vigor, pero necesitamos que se cumpla con normalidad y se respete la voluntad de las personas que quieran adelantar su muerte.
La mayoría la queremos
Las encuestas son claras. Cuatro de cada cinco personas en España apoyan que se despenalice la eutanasia. Estos porcentajes son similares entre los profesionales sanitarios.
La mayoría la queremos
Las encuestas son claras. Cuatro de cada cinco personas en España apoyan que se despenalicen y regulen la eutanasia y el suicidio asistido.
Metroscopia (2019)
Ipsos MORI (2015)
Isopublic Gallup (2013)
CIS (2009)
% de muertes asistidas (barras azules) y muertes por cáncer (línea roja), por grupos de edad (Bélgica, 2013)
MITO: Si se legaliza la eutanasia, las personas más mayores recibirán presiones de sus familiares para que soliciten ayuda para morir. Así no tendrán que cuidarlos y podrán heredar antes.
REALIDAD: En los países donde la eutanasia es legal no hay pruebas –ni indicios– de que estas presiones existan. Tampoco hay motivos para pensar que en España fuesen a darse. Además, la proposición de ley de eutanasia obliga a los médicos implicados en el proceso a cerciorarse de que la petición no responde a las presiones de nadie.
La eutanasia siempre es voluntaria, y solo puede ser una petición libre y personal. Ni padres, ni hijos, ni cónyuge, ni tutor legal, ni nadie que no sea la propia persona interesada puede solicitar esta ayuda médica para morir.
Los datos de otros países confirman que la eutanasia es más frecuente en personas de entre 50 y 70 años. Una franja de edad avanzada pero no anciana y, sobre todo, en la que el cáncer es más habitual.
MITO: Se presionará a inmigrantes, a minorías étnicas y religiosas, a personas que viven solas, tiene una discapacidad o diversidad funcional, a las que padecen una enfermedad crónica o disponen de pocos recursos económicos y se abusará de ellas.
REALIDAD: ¿Qué pruebas existen de que esto ocurre? Ninguna. Es un asunto que se ha investigado y sobre el que existen datos fiables. Los estudios sobre esta cuestión dejan claro que este miedo es infundado. La eutanasia no es más frecuente en personas vulnerables. A menudo es al contrario.
En los países donde la eutanasia es legal, personas de toda tipo solicitan ayuda para morir. Pero el perfil más habitual es el de un paciente de cáncer terminal con estudios superiores y de clase socioeconómica media alta.
MITO: La gente no quiere morir, quiere dejar de sufrir. Si hubiese mejores cuidados paliativos, no habría peticiones de eutanasia. Además, despenalizar la muerte voluntaria irá contra el desarrollo de los paliativos.
REALIDAD: Bélgica y Países Bajos cuentan con los mejores sistemas de cuidados paliativos de la Unión Europea (solo por detrás de Reino Unido). Y pese a que su ciudadanía cuenta con la mejor atención al final de la vida que puede ofrecer la medicina, entre un 2% y un 4% del total de fallecimientos en estos países son eutanasias. Sus sistemas de paliativos pasaron de mediocres a excelentes tras aprobar sus leyes de eutanasia.
Porque los cuidados paliativos y la eutanasia son prácticas complementarias, no excluyentes. Todo el mundo desea contar con los mejores cuidados al final de su vida, pero algunas personas también quieren decidir hasta cuándo desean ser cuidadas.
La decisión de morir no tiene que ver con los síntomas que tratan los paliativos (dolor, angustia, agitación, etc), sino con la manera en que cada persona vive una situación de deterioro que, con paliativos o sin ellos, es irreversible.
La muerte voluntaria es, sobre todo, una cuestión de coherencia biográfica, de libertad individual y de dignidad. A la eutanasia recurren personas que consideran que su proyecto vital ha concluido.
MITO: La eutanasia no es un acto médico porque los médicos trabajan para curar a sus pacientes, no para matarlos. Además, hacen un Juramento Hipocrático que dirige su ética profesional, y este prohíbe ayudar a una persona a morir, aunque esta lo solicite con insistencia.
REALIDAD: El Juramento Hipocrático es un escrito de hace 2.400 años que se suele decir que orienta la ética de la práctica médica. Es costumbre entre los médicos recitarlo cuando terminan sus estudios universitarios. Pero este texto no tiene ningún valor legal, ni moral, en el mundo actual. Solo es folclore, una tradición popular de la profesión sanitaria sin conexión con la medicina y la sociedad modernas.
Ni siquiera sus versiones modernizadas tiene una función más allá de lo folclórico. A menudo, estas reformulaciones ya no rechazan ayudar a los pacientes a morir bien puesto que hacerlo se ha vuelto una parte más de la práctica médica.
En cualquier caso, la propuesta de ley de eutanasia regula sin matices el derecho a la objeción de conciencia del personal sanitario. Los que no quieran practicar eutanasias tendrán que apuntarse en un registro de objetores y no tendrán que hacerlas.
MITO: Despenalizar la eutanasia es legalizar las prácticas nazis de exterminio de las personas más débiles de la sociedad. Lo hizo el III Reich y ahora lo quieren repetir.
REALIDAD: Durante el Tercer Reich, los nazis pusieron en marcha el programa Aktion T4 con el que asesinaron a más de 70.000 personas con discapacidades entre 1939 y 1941 (y al menos otras tantas, con el programa oficialmente cerrado, hasta 1945). Aunque calificaron estas muertes de eutanasia, estas se produjeron en contra de la voluntad de las víctimas. En el siglo XXI la eutanasia siempre es voluntaria, de lo contrario es un homicidio o un asesinato.
La ley de eutanasia reconoce el derecho a pedir ayuda para morir a aquellas personas que tienen una enfermedad terminal o una discapacidad incurable que les provoca un sufrimiento insoportable. Nadie puede pedirlo en nombre de otra persona. Ni siquiera los familiares de quien ya no se puede expresar.
Comparar a los que quieren decidir sobre el fin de su propia vida con miles de asesinados por el régimen nazi es un disparate. Por eso mismo, equiparar al personal sanitario que ayuda a una persona que ha decidido morir con los que ejecutaron a tantas víctimas inocentes es un despropósito.
MITO: Regular la eutanasia empuja a la sociedad por "una pendiente resbaladiza". Poco a poco se relajarán los controles que fija la ley. Con el tiempo se ayudará a morir en casos no previstos y se acabará matando a gente sin su consentimiento.
REALIDAD: La "pendiente resbaladiza" es un mito. Ningún país donde se ha regulado la muerte asistida haya caído por ella, ni hay indicios de que algo así pudiese pasar en España. Todas las estadísticas disponibles indican que el grado de cumplimiento de estas leyes es muy alto. En Países Bajos, por ejemplo, la tasa de eutanasias que no cumplen todos los requisitos es del 0,1%. Y aun así, de estos pocos casos, en ninguno se ha provocado la muerte en contra de la voluntad del paciente.
Tanto en Bélgica como en Países Bajos se rechazan miles de peticiones de eutanasia cada año porque los facultativos consideran que no se cumplen los requisitos. Si aumentan los casos anuales no es porque se relajen los controles, sino porque más personas deciden elegir cuándo morir.
En realidad, la "pendiente resbaladiza" es un argumento sugerente, pero falaz, y un intento de asustar a la sociedad con consecuencias inventadas y exageradas porque no se dispone de argumentos basados en hechos reales. Es la misma táctica que se usó antes para oponerse a la legalización del divorcio, del aborto o del matrimonio entre personas del mismo sexo.
MITO: Los ancianos de Países Bajos no van al hospital por miedo a que allí los maten, huyen en masa del país, llevan pulseras pidiendo que "no los eutanasien" y emigran para tratar sus dolencias sin que peligre su vida.
REALIDAD: Todas estas afirmaciones son completamente falsas. En todos los países donde está regulada la eutanasia solo puede solicitarla la persona que desea poner fin a su vida. Además, los médicos están obligados a verificar que es una petición libre y reiterada en el tiempo. No puede pedirlo nadie más, sin matices.
En 2012, el político conservador estadounidense Rick Santorum se hizo eco de este mito. Afirmó que un 10% de las muertes en Países Bajos son por eutanasia (en realidad son alrededor del 4%) y que, de estas, la mitad eran sin el consentimiento de paciente. Además de la la mofa en la prensa holandesa por unas declaraciones que calificaron de "vacías de realidad", la embajada de Países Bajos en EE. UU. tuvo que explicar la situación real: ni hay tales pulseras, ni un éxodo de ancianos aterrorizados, ni nada semejante.
Una investigación (algo antigua) sobre la eutanasia en Países Bajos concluyó que esta se practica sobre todo entre personas mayores pero no ancianas (la edad promedio es de 65 años). En Bélgica, el país con datos por edad más detallados, las muerte asistidas son más frecuentes entre personas de 50 a 70 y apenas se practican entre los más ancianos.
MITO: Despenalizar la eutanasia da carta blanca a los médicos, que empezarán a matar a los pacientes que cuestan mucho dinero, que son molestos o que les causan dificultades. Potenciará que se practiquen "eutanasias involuntarias"
REALIDAD: Si una eutanasia no es voluntaria no es una eutanasia. Existen otras intervenciones médicas que desembocan en la muerte de un paciente, como la sedación paliativa o la retirada de medidas de soporte vital, pero que no se pueden calificar de muerte asistida. Estas últimas son legales en España desde hace décadas y se practican a diario, a veces sin el consentimiento del paciente.
Una mayor difusión del testamento vital ayudaría a reducir estos casos, pero la falta de autorización no significa se hagan contra la voluntad de la persona. Son muchas personas las que no quieren vivir conectados a una máquina, ni morir con sufriendo, aunque no hayan tenido oportunidad de explicárselo al médico.
Afirmar que estas prácticas son eutanasias involuntarias es incorrecto. Un error que viene de una definición, anterior a la Ley 41/2002 de Autonomía del Paciente, que considera eutanasia toda acción (como la sedación) u omisión (retirada de tratamientos) realizada con el propósito de adelantar la muerte.
Para las leyes de eutanasia la intención del médico es irrelevante. Lo que importa es la voluntad inequívoca de la persona que solicita ayuda para morir, su situación de sufrimiento irreversible y el procedimiento, que siempre es una inyección letal.
La eutanasia clandestina existe en todos los países. La experiencia de Benelux demuestran que es posible regular la muerte asistida con suficientes garantías, sin que exista un aumento en la tolerancia social hacia conductas no reguladas, ni peligro alguno para personas vulnerables, como ancianos, personas con trastornos mentales o con discapacidad.
Los mitos sobre la eutanasia
Los que se oponen a legalizar la muerte asistida a menudo argumentan con datos falsos y afirmaciones equivocadas.
Los mitos sobre la eutanasia
Los que se oponen a legalizar la muerte asistida a menudo argumentan con datos falsos y afirmaciones equivocadas.
MITO: Si se legaliza la eutanasia, las personas más mayores recibirán presiones de sus familiares para que soliciten ayuda para morir. Así no tendrán que cuidarlos y podrán heredar antes.
REALIDAD: En los países donde la eutanasia es legal no hay pruebas –ni indicios– de que estas presiones existan. Tampoco hay motivos para pensar que en España fuesen a darse. Además, la proposición de ley de eutanasia obliga a los médicos implicados en el proceso a cerciorarse de que la petición no responde a las presiones de nadie.
La eutanasia siempre es voluntaria, y solo puede ser una petición libre y personal. Ni padres, ni hijos, ni cónyuge, ni tutor legal, ni nadie que no sea la propia persona interesada puede solicitar esta ayuda médica para morir.
Los datos de otros países confirman que la eutanasia es más frecuente en personas de entre 50 y 70 años. Una franja de edad avanzada pero no anciana y, sobre todo, en la que el cáncer es más habitual.
% de muertes asistidas (barras azules) y muertes por cáncer (línea roja), por grupos de edad (Bélgica, 2013)
MITO: Se presionará a inmigrantes, a minorías étnicas y religiosas, a personas que viven solas, tiene una discapacidad o diversidad funcional, a las que padecen una enfermedad crónica o disponen de pocos recursos económicos y se abusará de ellas.
REALIDAD: ¿Qué pruebas existen de que esto ocurre? Ninguna. Es un asunto que se ha investigado y sobre el que existen datos fiables. Los estudios sobre esta cuestión dejan claro que este miedo es infundado. La eutanasia no es más frecuente en personas vulnerables. A menudo es al contrario.
En los países donde la eutanasia es legal, personas de toda tipo solicitan ayuda para morir. Pero el perfil más habitual es el de un paciente de cáncer terminal con estudios superiores y de clase socioeconómica media alta.
MITO: La gente no quiere morir, quiere dejar de sufrir. Si hubiese mejores cuidados paliativos, no habría peticiones de eutanasia. Además, despenalizar la muerte voluntaria irá contra el desarrollo de los paliativos.
REALIDAD: Bélgica y Países Bajos cuentan con los mejores sistemas de cuidados paliativos de la Unión Europea (solo por detrás de Reino Unido). Y pese a que su ciudadanía cuenta con la mejor atención al final de la vida que puede ofrecer la medicina, entre un 2% y un 4% del total de fallecimientos en estos países son eutanasias. Sus sistemas de paliativos pasaron de mediocres a excelentes tras aprobar sus leyes de eutanasia.
Porque los cuidados paliativos y la eutanasia son prácticas complementarias, no excluyentes. Todo el mundo desea contar con los mejores cuidados al final de su vida, pero algunas personas también quieren decidir hasta cuándo desean ser cuidadas.
La decisión de morir no tiene que ver con los síntomas que tratan los paliativos (dolor, angustia, agitación, etc), sino con la manera en que cada persona vive una situación de deterioro que, con paliativos o sin ellos, es irreversible.
La muerte voluntaria es, sobre todo, una cuestión de coherencia biográfica, de libertad individual y de dignidad. A la eutanasia recurren personas que consideran que su proyecto vital ha concluido.
MITO: La eutanasia no es un acto médico porque los médicos trabajan para curar a sus pacientes, no para matarlos. Además, hacen un Juramento Hipocrático que dirige su ética profesional, y este prohíbe ayudar a una persona a morir, aunque esta lo solicite con insistencia.
REALIDAD: El Juramento Hipocrático es un escrito de hace 2.400 años que se suele decir que orienta la ética de la práctica médica. Es costumbre entre los médicos recitarlo cuando terminan sus estudios universitarios. Pero este texto no tiene ningún valor legal, ni moral, en el mundo actual. Solo es folclore, una tradición popular de la profesión sanitaria sin conexión con la medicina y la sociedad modernas.
Ni siquiera sus versiones modernizadas tiene una función más allá de lo folclórico. A menudo, estas reformulaciones ya no rechazan ayudar a los pacientes a morir bien puesto que hacerlo se ha vuelto una parte más de la práctica médica.
En cualquier caso, la propuesta de ley de eutanasia regula sin matices el derecho a la objeción de conciencia del personal sanitario. Los que no quieran practicar eutanasias tendrán que apuntarse en un registro de objetores y no tendrán que hacerlas.
MITO: Despenalizar la eutanasia es legalizar las prácticas nazis de exterminio de las personas más débiles de la sociedad. Lo hizo el III Reich y ahora lo quieren repetir.
REALIDAD: La Alemania nazi puso en marcha el programa Aktion T4 con el que asesinaron a más de 70.000 personas con discapacidades entre 1939 y 1941 (y al menos otras tantas, con el programa oficialmente cerrado, hasta 1945). Aunque calificaron estas muertes de eutanasia, estas se produjeron en contra de la voluntad de las víctimas. En el siglo XXI la eutanasia siempre es voluntaria, de lo contrario es un homicidio o un asesinato.
La ley de eutanasia reconoce el derecho a pedir ayuda para morir a aquellas personas que tienen una enfermedad terminal o una discapacidad incurable que les provoca un sufrimiento insoportable. Nadie puede pedirlo en nombre de otra persona. Ni siquiera los familiares de quien ya no se puede expresar.
Comparar a los que quieren decidir sobre el fin de su propia vida con miles de asesinados por el régimen nazi es un disparate. Por eso mismo, equiparar al personal sanitario que ayuda a una persona que ha decidido morir con los que ejecutaron a tantas víctimas inocentes es un despropósito.
MITO: Regular la eutanasia empuja a la sociedad por "una pendiente resbaladiza". Poco a poco se relajarán los controles que fija la ley. Con el tiempo se ayudará a morir en casos no previstos y se acabará matando a gente sin su consentimiento.
REALIDAD: La "pendiente resbaladiza" es un mito. Ningún país donde se ha regulado la muerte asistida ha caído por ella, ni hay indicios de que algo así pudiese pasar en España. Todas las estadísticas disponibles indican que el grado de cumplimiento de estas leyes es muy alto. En Países Bajos, por ejemplo, la tasa de eutanasias que no cumplen todos los requisitos es del 0,1%. Y aun así, de estos pocos casos, en ninguno se ha provocado la muerte en contra de la voluntad del paciente.
Tanto en Bélgica como en Países Bajos se rechazan miles de peticiones de eutanasia cada año porque los facultativos consideran que no se cumplen los requisitos. Si aumentan los casos anuales no es porque se relajen los controles, sino porque más personas deciden elegir cuándo morir.
En realidad, la "pendiente resbaladiza" es un argumento sugerente, pero falaz, y un intento de asustar a la sociedad con consecuencias inventadas y exageradas porque no se dispone de argumentos basados en hechos reales. Es la misma táctica que se usó antes para oponerse a la legalización del divorcio, del aborto o del matrimonio entre personas del mismo sexo.
MITO: Los ancianos de Países Bajos no van al hospital por miedo a que allí los maten, huyen en masa del país, llevan pulseras pidiendo que "no los eutanasien" y emigran para tratar sus dolencias sin que peligre su vida.
REALIDAD: Todas estas afirmaciones son completamente falsas. En todos los países donde está regulada la eutanasia solo puede solicitarla la persona que desea poner fin a su vida. Además, los médicos están obligados a verificar que es una petición libre y reiterada en el tiempo. No puede pedirlo nadie más, sin matices.
En 2012, el político conservador estadounidense Rick Santorum se hizo eco de este mito. Afirmó que un 10% de las muertes en Países Bajos son por eutanasia (en realidad son alrededor del 4%) y que, de estas, la mitad eran sin el consentimiento de paciente. Además de la la mofa en la prensa holandesa por unas declaraciones que calificaron de "vacías de realidad", la embajada de Países Bajos en EE. UU. tuvo que explicar la situación real: ni hay tales pulseras, ni un éxodo de ancianos aterrorizados, ni nada semejante.
Una investigación (algo antigua) sobre la eutanasia en Países Bajos concluyó que esta se practica sobre todo entre personas mayores pero no ancianas (la edad promedio es de 65 años). En Bélgica, el país con datos por edad más detallados, las muerte asistidas son más frecuentes entre personas de 50 a 70 y apenas se practican entre los más ancianos.
MITO: Despenalizar la eutanasia da carta blanca a los médicos, que empezarán a matar a los pacientes que cuestan mucho dinero, que son molestos o que les causan dificultades. Potenciará que se practiquen "eutanasias involuntarias"
REALIDAD: Si una eutanasia no es voluntaria no es una eutanasia. Existen otras intervenciones médicas que desembocan en la muerte de un paciente, como la sedación paliativa o la retirada de medidas de soporte vital, pero que no se pueden calificar de muerte asistida. Estas últimas son legales en España desde hace décadas y se practican a diario, a veces sin el consentimiento del paciente.
Una mayor difusión del testamento vital ayudaría a reducir estos casos, pero la falta de autorización no significa se hagan contra la voluntad de la persona. Son muchas personas las que no quieren vivir conectados a una máquina, ni morir con sufriendo, aunque no hayan tenido oportunidad de explicárselo al médico.
Afirmar que estas prácticas son eutanasias involuntarias es incorrecto. Un error que viene de una definición, anterior a la Ley 41/2002 de Autonomía del Paciente, que considera eutanasia toda acción (como la sedación) u omisión (retirada de tratamientos) realizada con el propósito de adelantar la muerte.
Para las leyes de eutanasia la intención del médico es irrelevante. Lo que importa es la voluntad inequívoca de la persona que solicita ayuda para morir, su situación de sufrimiento irreversible y el procedimiento, que siempre es una inyección letal.
La eutanasia clandestina existe en todos los países. La experiencia de Benelux demuestran que es posible regular la muerte asistida con suficientes garantías, sin que exista un aumento en la tolerancia social hacia conductas no reguladas, ni peligro alguno para personas vulnerables, como ancianos, personas con trastornos mentales o con discapacidad.
Porcentaje de eutanasias sobre muertes totales
En los países donde está regulada la eutanasia las muertes asistidas representan una pequeña parte del total de fallecimientos. En torno a un 4% en Países Bajos y algo menos del 2% en Bélgica. En 2015, en España murieron 422.586 personas. Con tasas similares, por tanto, serían entre 8.000 y 16.000 fallecimientos asistidos al año.
Algunos argumentarán que no merece la pena regular un derecho al que solo recurrirán unos pocos. Pero los derechos civiles no se valoran por cuántas personas los ejercen, sino porque son un beneficio para la sociedad. En este caso, porque dejará obligarse a vivir a una persona en contra de su voluntad.
En 2015, en España se trasplantaron 4.769 órganos de 1.655 donantes –una cifra minúscula comparada con el total de intervenciones quirúrgicas– y menos del 2% de los matrimonios fueron entre personas del mismo sexo, pero ambos, igual que la eutanasia, son muy importantes para quienes lo ejercen.
Enfermedades subyacentes tras las eutanasias de Países Bajos (2015)
Según las leyes de Bélgica y Países Bajos, para pedir una eutanasia hace falta vivir una situación de sufrimiento intolerable. A menudo, aunque no siempre, esta se debe a una enfermedad terminal.
Aproximadamente dos de cada tres eutanasias se practican en personas con un cáncer avanzado. Los tumores son la segunda causa más habitual de muerte en los países desarrollados, pero el motivo más habitual de una larga agonía. Hasta el punto de que, en los países donde la muerte asistida es legal, hasta un 9% de los pacientes oncológicos recurren a ella.
Otras dolencias habituales tras las peticiones de muerte asistida son las enfermedades neurodegenerativas (como el Parkinson, la demencia o la ELA) o algunas no terminales como las tetraplejias (que aparecen recogidas como 'otras' en el gráfico).
Motivos para rechazar una eutanasia (se pueden dar varios) (P. Bajos, 2015)
En Países Bajos, los médicos rechazan cerca de la mitad de las peticiones de eutanasia que reciben. En Bélgica, casi una de cada cuatro (la proporción ha caído desde el 45% en 2007). En ambos casos, los médicos están obligados a declarar los motivos de su decisión y a reflejar la solicitud en la historia clínica del paciente.
Los principales motivos para rechazar una solicitud de muerte asistida son el incumplimiento de los requisitos de la ley y la objeción de conciencia de los médicos. La ley de eutanasia que ahora debate el Congreso de los Diputados creará un registro al que deben apuntarse los médicos objetores de conciencia.
Como las leyes establecen plazos para comprobar que la petición es reiterada y firme, y también para que intervenga al menos un segundo médico independiente, algunos mueren por su enfermedad antes de que finalice su proceso de solicitud de muerte asistida. En el caso de Bélgica, estos representan el 60% de las peticiones no atendidas.

Porcentaje de eutanasias sobre muertes totales (Bélgica, 2014)
Una ley de eutanasia no obliga a nadie a adelantar su muerte. Solo ofrece la opción a aquellos que cumplen unos requisitos y quieren ejercer su derecho a acabar su vida a su manera. Prueba de ello son las diferentes tasas de muerte asistida que se dan entre regiones distintas que comparten una misma legislación.
En Bélgica, la tasa de muertes asistidas es más del doble en la región de Flandes (de habla neerlandesa) que en Valonia (de mayoría francófona). El marco jurídico de ambas regiones es básicamente el mismo en lo que respecta a la eutanasia, y se cree que estas diferencias son sobre todo culturales (aunque probablemente no tienen que ver con la religión ni con la religiosidad de sus ciudadanos).
En Oregon (EE. UU.), más del 95% de los que pidieron un suicidio asistido adujeron "tener menos capacidad para participar de actividades que permiten disfrutar de la vida". Un 92% apeló a una pérdida de autonomía personal y un 75% declaró que había perdido dignidad.
En Bélgica, el 87% de las personas que piden una eutanasia lo hacen por la situación de sufrimiento que padecen. Un 78% lo hace porque ya no tiene perspectivas de mejora y el 52% apela a la pérdida de dignidad. Algo menos de la mitad piden ayuda para morir por una expectativa de mayor sufrimiento o deterioro de su calidad de vida en el futuro. Un tercio justifica su decisión también en que no quiere prolongar su vida innecesariamente.
Datos sobre la eutanasia
Como ya hay países que han legalizado la muerte asistida, existe mucha información sobre qué efectos podría tener regular esta práctica en España.
Datos sobre la eutanasia
Como ya hay países que han legalizado la muerte asistida, existe mucha información sobre qué efectos podría tener regular esta práctica en España.
Porcentaje de eutanasias sobre muertes totales
En los países donde está regulada la eutanasia las muertes asistidas representan una pequeña parte del total de fallecimientos. En torno a un 4% en Países Bajos y algo menos del 2% en Bélgica. En 2015, en España murieron 422.586 personas. Con tasas similares, por tanto, serían entre 8.000 y 16.000 fallecimientos asistidos al año.
Algunos argumentarán que no merece la pena regular un derecho al que solo recurrirán unos pocos. Pero los derechos civiles no se valoran por cuántas personas los ejercen, sino porque son un beneficio para la sociedad. En este caso, porque dejará obligarse a vivir a una persona en contra de su voluntad.
En 2015, en España se trasplantaron 4.769 órganos de 1.655 donantes –una cifra minúscula comparada con el total de intervenciones quirúrgicas– y menos del 2% de los matrimonios fueron entre personas del mismo sexo, pero ambos, igual que la eutanasia, son muy importantes para quienes lo ejercen.
Enfermedades subyacentes tras las eutanasias de Países Bajos - 2015. Haz click en cada color para saber de cuáles se trata.
Según las leyes de Bélgica y Países Bajos, para pedir una eutanasia hace falta vivir una situación de sufrimiento intolerable. A menudo, aunque no siempre, esta se debe a una enfermedad terminal.
Aproximadamente dos de cada tres eutanasias se practican en personas con un cáncer avanzado. Los tumores son la segunda causa más habitual de muerte en los países desarrollados, pero el motivo más habitual de una larga agonía. Hasta el punto de que, en los países donde la muerte asistida es legal, hasta un 9% de los pacientes oncológicos recurren a ella.
Otras dolencias habituales tras las peticiones de muerte asistida son las enfermedades neurodegenerativas (como el Parkinson, la demencia o la ELA) o algunas no terminales como las tetraplejias (que aparecen recogidas como 'otras' en el gráfico).
Motivos para rechazar una eutanasia (se pueden dar varios) (P. Bajos, 2015)
En Países Bajos, los médicos rechazan cerca de la mitad de las peticiones de eutanasia que reciben. En Bélgica, casi una de cada cuatro (la proporción ha caído desde el 45% en 2007). En ambos casos, los médicos están obligados a declarar los motivos de su decisión y a reflejar la solicitud en la historia clínica del paciente.
Los principales motivos para rechazar una solicitud de muerte asistida son el incumplimiento de los requisitos de la ley y la objeción de conciencia de los médicos. La ley de eutanasia que ahora debate el Congreso de los Diputados creará un registro al que deben apuntarse los médicos objetores de conciencia.
Como las leyes establecen plazos para comprobar que la petición es reiterada y firme, y también para que intervenga al menos un segundo médico independiente, algunos mueren por su enfermedad antes de que finalice su proceso de solicitud de muerte asistida. En el caso de Bélgica, estos representan el 60% de las peticiones no atendidas.
Una ley de eutanasia no obliga a nadie a adelantar su muerte. Solo ofrece la opción a aquellos que cumplen unos requisitos y quieren ejercer su derecho a acabar su vida a su manera. Prueba de ello son las diferentes tasas de muerte asistida que se dan entre regiones distintas que comparten una misma legislación.

Porcentaje de eutanasias sobre muertes totales (Bélgica, 2014)
En Bélgica, la tasa de muertes asistidas es más del doble en la región de Flandes (de habla neerlandesa) que en Valonia (de mayoría francófona). El marco jurídico de ambas regiones es básicamente el mismo en lo que respecta a la eutanasia, y se cree que estas diferencias son sobre todo culturales (aunque probablemente no tienen que ver con la religión ni con la religiosidad de sus ciudadanos).
En Oregon (EE. UU.), más del 95% de los que pidieron un suicidio asistido adujeron "tener menos capacidad para participar de actividades que permiten disfrutar de la vida". Un 92% apeló a una pérdida de autonomía personal y un 75% declaró que había perdido dignidad.
En Bélgica, el 87% de las personas que piden una eutanasia lo hacen por la situación de sufrimiento que padecen. Un 78% lo hace porque ya no tiene perspectivas de mejora y el 52% apela a la pérdida de dignidad. Algo menos de la mitad piden ayuda para morir por una expectativa de mayor sufrimiento o deterioro de su calidad de vida en el futuro. Un tercio justifica su decisión también en que no quiere prolongar su vida innecesariamente.
Argumentos a favor
Morir no es una decisión fácil y cuando una persona decide poner fin a su vida es porque tiene razones poderosas. Nadie muere voluntariamente por un dolor tratable o un sufrimiento evitable. La gente recurre a la eutanasia porque su vida, presente y futura, ha dejado de tener sentido. Detrás de esta convicción hay todo tipo de motivos personales que se resumen en la expresión "coherencia biográfica". La pérdida de autonomía y de la capacidad de cuidarse a uno mismo, la imposibilidad de emprender lo que a uno le hace feliz o no querer interrumpir el proyecto vital de los más cercanos son motivos habituales, pero no los únicos. Cada vida humana es diferente y cada persona tiene sus propias razones para morir.
Muchos de los que están a favor de una ley de eutanasia no recurren a ella cuando llegan al final de sus vidas. Pero, en cualquier caso, les aporta la tranquilidad de saber que, si su sufrimiento se torna insoportable, podrán liberarse con una muerte dulce elegida por ellos mismos.
Aunque las peticiones de eutanasia no cambien con cuidados paliativos, a todos los solicitantes se les ofrecen todas las opciones de tratamiento existentes, como los paliativos. Por ello, los países que han regulado la eutanasia han mejorado su sistema de cuidados paliativos en muy poco tiempo. Desde que aprobaron sus leyes de muerte voluntaria, Bélgica y Países Bajos han pasado a ocupar el 2º y 3º puesto en la Unión Europea, solo por detrás de Reino Unido.
La voluntad de poner fin a la propia vida cuando esta ha dejado de tener sentido no tiene nada que ver con las tentativas de suicidio de personas con una depresión, o cualquier otro trastorno mental grave, en plena crisis de lucidez. Dudar de la capacidad de un ciudadano para decidir sobre su vida, atribuyéndolo a una depresión, es paternalista e inmoral.
Es fundamental distinguir entre el suicida que actúa por impulso y de forma irracional del que elige acabar su vida tras discutir sus opciones con su médico y sus familiares para poner fin a una situación irreversible.
El jefe de la oficina de medicina forense de la ciudad de Nueva York en 2001, Charles Hirsch, separó con nitidez ambos actos cuando investigaba las muertes de los que saltaron por la ventana de las Torres Gemelas durante los atentados del 11-S. Se negó a clasificar estos fallecimientos de suicidios. Los que se lanzaron al vacío, argumentó, no elegían entre la vida y la muerte, sino entre una muerte lenta, agónica y dolorosa a causa del fuego y el polvo o una muerte rápida.
La eutanasia y el suicidio médicamente asistido se practican en todos los países del mundo, independientemente de su situación legal. En España, una encuesta del año 2000 desveló que un 15% de los médicos ha ayudado a morir a pacientes. Entre los que atienden habitualmente a personas en situación terminal la proporción es aún mayor. Es un acto de compasión que se hace de forma clandestina y pone en riesgo la carrera de los profesionales sanitarios. Solo una ley que despenalice la muerte asistida puede dar seguridad jurídica a todos.
En el debate sobre la eutanasia se enfrentan dos puntos de vista: los que creen que cada persona es dueña de su vida y los que piensan que está en manos de Dios y nadie, ni siquiera uno mismo, puede disponer de ella porque es sagrada. La Ley 41/2002 de Autonomía del Paciente reconoce el derecho a rechazar cualquier tratamiento aunque hacerlo suponga anticipar la muerte. Por tanto, la legislación ya permite disponer de la propia vida cuando esta depende de un procedimiento clínico.
Sin embargo, esta situación pone encima de la mesa una contradicción: la paradoja de la máquina. Inmaculada Echevarría, aquejada de distrofia muscular progresiva y que pasó nueve años conectada a un respirador, pidió que se le retirase y pudo morir cuando ella quiso. Ramón Sampedro, tetrapléjico, tuvo que recurrir a un suicidio asistido clandestino (y a poner en peligro de ir a la cárcel a quien le ayudó) para acabar con su vida.
Mientras que una ley de eutanasia respeta el derecho a decidir si uno quiere que lo mantengan con vida mientras sea posible, y también a ponerle fin cuando se considera que se ha vuelto insoportable, en la actualidad una minoría impone a todos el valor de la sacralidad a través del Código Penal.
Muchas personas de todo el mundo obligadas a vivir en contra de su voluntad acuden a Suiza para liberarse de su sufrimiento. Pero morir es es caro, y trasladarse al extranjero en las circunstancias en las que se solicita una eutanasia, comunicarse en otra lengua y realizar todas las gestiones necesarias, exige disponer de unos recursos personales solo al alcance de una minoría.
La eutanasia no es matar (arrebatar la vida), no es un homicidio, ni un asesinato. Dar la muerte, respetar la decisión clara e inequívoca de morir de un ciudadano que sólo dispone de esa opción para liberarse de un sufrimiento irreversible, es un acto de compasión y de respeto. Una de las finalidades de la medicina moderna es ayudar a morir en paz, ya sea limitando el esfuerzo terapéutico en una unidad de cuidados intensivos, aliviando los síntomas del proceso de agonía mediante una sedación paliativa o facilitando una muerte rápida con una eutanasia. Ninguna de estas situaciones convierte al médico en un verdugo.
Transferir la responsabilidad de la decisión de morir del ciudadano al profesional es una falacia y una trampa dialéctica. La eutanasia es una decisión exclusiva de quien la pide y el papel del médico, una vez que comprende que para esa persona es la mejor opción, es comprometerse con el alivio de su sufrimiento y respetar su voluntad.
Argumentos a favor
Morir no es una decisión fácil y cuando una persona decide poner fin a su vida es porque tiene razones poderosas. Nadie muere voluntariamente por un dolor tratable o un sufrimiento evitable. La gente recurre a la eutanasia porque su vida, presente y futura, ha dejado de tener sentido. Detrás de esta convicción hay todo tipo de motivos personales que se resumen en la expresión "coherencia biográfica". La pérdida de autonomía y de la capacidad de cuidarse a uno mismo, la imposibilidad de emprender lo que a uno le hace feliz o no querer interrumpir el proyecto vital de los más cercanos son motivos habituales, pero no los únicos. Cada vida humana es diferente y cada persona tiene sus propias razones para morir.
Muchos de los que están a favor de una ley de eutanasia no recurren a ella cuando llegan al final de sus vidas. Pero, en cualquier caso, les aporta la tranquilidad de saber que, si su sufrimiento se torna insoportable, podrán liberarse con una muerte dulce elegida por ellos mismos.
Aunque las peticiones de eutanasia no cambien con cuidados paliativos, a todos los solicitantes se les ofrecen todas las opciones de tratamiento existentes, como los paliativos. Por ello, los países que han regulado la eutanasia han mejorado su sistema de cuidados paliativos en muy poco tiempo. Desde que aprobaron sus leyes de muerte voluntaria, Bélgica y Países Bajos han pasado a ocupar el 2º y 3º puesto en la Unión Europea, solo por detrás de Reino Unido.
La voluntad de poner fin a la propia vida cuando esta ha dejado de tener sentido no tiene nada que ver con las tentativas de suicidio de personas con una depresión, o cualquier otro trastorno mental grave, en plena crisis de lucidez. Dudar de la capacidad de un ciudadano para decidir sobre su vida, atribuyéndolo a una depresión, es paternalista e inmoral.
Es fundamental distinguir entre el suicida que actúa por impulso y de forma irracional del que elige acabar su vida tras discutir sus opciones con su médico y sus familiares para poner fin a una situación irreversible.
El jefe de la oficina de medicina forense de la ciudad de Nueva York en 2001, Charles Hirsch, separó con nitidez ambos actos cuando investigaba las muertes de los que saltaron por la ventana de las Torres Gemelas durante los atentados del 11-S. Se negó a clasificar estos fallecimientos de suicidios. Los que se lanzaron al vacío, argumentó, no elegían entre la vida y la muerte, sino entre una muerte lenta, agónica y dolorosa a causa del fuego y el polvo o una muerte rápida.
La eutanasia y el suicidio médicamente asistido se practican en todos los países del mundo, independientemente de su situación legal. En España, una encuesta del año 2000 desveló que un 15% de los médicos ha ayudado a morir a pacientes. Entre los que atienden habitualmente a personas en situación terminal la proporción es aún mayor. Es un acto de compasión que se hace de forma clandestina y pone en riesgo la carrera de los profesionales sanitarios. Solo una ley que despenalice la muerte asistida puede dar seguridad jurídica a todos.
En el debate sobre la eutanasia se enfrentan dos puntos de vista: los que creen que cada persona es dueña de su vida y los que piensan que está en manos de Dios y nadie, ni siquiera uno mismo, puede disponer de ella porque es sagrada. La Ley 41/2002 de Autonomía del Paciente reconoce el derecho a rechazar cualquier tratamiento aunque hacerlo suponga anticipar la muerte. Por tanto, la legislación ya permite disponer de la propia vida cuando esta depende de un procedimiento clínico.
Sin embargo, esta situación pone encima de la mesa una contradicción: la paradoja de la máquina. Inmaculada Echevarría, aquejada de distrofia muscular progresiva y que pasó nueve años conectada a un respirador, pidió que se le retirase y pudo morir cuando ella quiso. Ramón Sampedro, tetrapléjico, tuvo que recurrir a un suicidio asistido clandestino (y a poner en peligro de ir a la cárcel a quien le ayudó) para acabar con su vida.
Mientras que una ley de eutanasia respeta el derecho a decidir si uno quiere que lo mantengan con vida mientras sea posible, y también a ponerle fin cuando se considera que se ha vuelto insoportable, en la actualidad una minoría impone a todos el valor de la sacralidad a través del Código Penal.
Muchas personas de todo el mundo obligadas a vivir en contra de su voluntad acuden a Suiza para liberarse de su sufrimiento. Pero morir es es caro, y trasladarse al extranjero en las circunstancias en las que se solicita una eutanasia, comunicarse en otra lengua y realizar todas las gestiones necesarias, exige disponer de unos recursos personales solo al alcance de una minoría.
La eutanasia no es matar (arrebatar la vida), no es un homicidio, ni un asesinato. Dar la muerte, respetar la decisión clara e inequívoca de morir de un ciudadano que sólo dispone de esa opción para liberarse de un sufrimiento irreversible, es un acto de compasión y de respeto. Una de las finalidades de la medicina moderna es ayudar a morir en paz, ya sea limitando el esfuerzo terapéutico en una unidad de cuidados intensivos, aliviando los síntomas del proceso de agonía mediante una sedación paliativa o facilitando una muerte rápida con una eutanasia. Ninguna de estas situaciones convierte al médico en un verdugo.
Transferir la responsabilidad de la decisión de morir del ciudadano al profesional es una falacia y una trampa dialéctica. La eutanasia es una decisión exclusiva de quien la pide y el papel del médico, una vez que comprende que para esa persona es la mejor opción, es comprometerse con el alivio de su sufrimiento y respetar su voluntad.
Después de más de 30 años de reivindicaciones hemos logrado que la eutanasia sea legal
El camino hacia una ley de eutanasia
25/06/2021 La Ley de eutanasia entra en vigor
Tres meses después de su publicación en el BOE, la Ley 3/2021 Orgánica de Regulación de la Eutanasia, entra en vigor en España. A partir de este momento la ayuda médica para morir es legal en algunos supuestos.
18/03/2021 El Congreso aprueba la LORE
El Pleno del Congreso de los Diputados ha aprobado, por 202 votos a favor, la Ley Orgánica de Regulación de la Eutanasia, que entra en vigor tres meses después de su publicación en el BOE
10/03/2021 El Senado aprueba la Ley de Eutanasia con modificaciones
El Congreso tiene que ratificar el texto que le devuelve la Cámara Alta, o votar las modificaciones propuestas antes de su votación definitiva
29/12/2020 La LORE llega al Senado
La Cámara Alta tiene dos meses para debatir el texto que llega del Congreso y proponer enmiendas o un veto. Si ratificael texto por mayoría absoluta la LORE se publicará en el BOE.
17/12/2020 El Pleno del Congreso aprueba la LORE
Con 198 votos a favor, 138 en contra y 2 abstenciones, el Congreso de los Diputados aprueba por mayoría absoluta la Ley Orgánica de Regulación de la Eutanasia. Solo falta que el Senado haga lo propio para que se publique en el BOE
14/10/2020 Concluye el periodo de enmiendas parciales
El texto y las enmiendas presentadas por los grupos parlamentarios se envían a la Comisión de Justicia para que las debata en ponencia y trate de elaborar un texto con las que se acepten
10/09/2020 El Pleno del Congreso rechaza las enmiendas a la totalidad
Tanto PP como VOX habían presentado proyectos alternativos con los que hacer descarrillar el proyecto de ley de eutanasia. Ambas iniciativas fueron rechazadas por mayoría absoluta
11/02/2020 El Pleno del Congreso aprueba la toma en consideración de la LORE
El apoyo de diputadas y diputados alcanza los 203 votos a favor. Se oponen 140 diputados y se registran 2 abstenciones.
24/01/2020 El grupo parlamentario socialista registra de nuevo su proposición de Ley Orgánica de Regulación de la Eutanasia (LORE)
El texto es muy parecido a su última propuesta.
5/03/2019 Pedro Sánchez convoca elecciones y el proyecto de ley de eutanasia decae
Con la convocatoria de elecciones decaen todos los proyectos de ley en proceso de tramitación. En una nueva legislatura habrá que empezar el proceso desde el principio.
23-10-18 hasta 5/03/2019: Bloqueo de la ley en la Mesa del Congreso
PP y C's bloquean la tramitación de la ley de eutanasia mediante la aprobación de una prórroga cada semana (hasta 15 veces consecutivas) para impedir su votación.
25-10-18: El Congreso rechaza la única enmienda a la totalidad
El PP presentó una enmienda a la totalidad con el objetivo de tumbar la despenalización de la eutanasia. Una mayoría del Pleno del Congreso votó en contra de la enmienda, abriendo el camino al siguiente trámite
27-06-18: Se aprueba la toma en consideración de la ley de eutanasia del PSOE
En esta ocasión, la propuesta recibió el voto favorable de 208 diputados (PSOE, UP-ECP-EM, C's, ERC, PNV, PDeCat, Bildu), una abstención y 133 votos en contra (PP y UPN)
10-05-18: Se admite a trámite la propuesta de despenalización de la eutanasia del Parlament de Catalunya
Con 175 votos a favor (PSOE, UP-ECP-EM, ERC, PNV, PDCat, Bildu) , 136 en contra (PP y UPN) y 32 abstenciones (C's) la propuesta podrá ser debatida en comisión parlamentaria
03-05-18: registro de la proposición de Ley Orgánica sobre la regulación de la eutanasia
Diez meses después comprometerse a presentar una ley de eutanasia, el PSOE registra su propuesta en el Congreso de los Diputados
25-07-17: El Parlament vota enviar una propuesta de despenalización de la eutanasia al Congreso de los Diputados
JxSí, PSC, CSQP y CUP votan a favor de remitir al Parlamento una proposición de ley que despenalice la muerte asistida.
21-03-17: el Pleno vota en contra de la toma en consideración de la ley orgánica de Eutanasia
Los 131 votos en contra de PP, UPN y FAC, junto a las 122 abstenciones de PSOE, C's, PDcat y CC impiden que se admita a trámite. A favor del debate pronuncian UP-ECP-EM, ERC, PNV y Bildu
7-03-17: concluye el plazo de contestación del Gobierno
El Gobierno deja que la ley pase al Pleno para su consideración
18-01-17: registro de la proposición de Ley Orgánica de Eutanasia
Tras meses de trabajo con expertos, el grupo parlamentario UP-ECP-EM inscribe su proposición de ley en el Congreso de los Diputados.